sábado, 23 de noviembre de 2019

23/11/19

El artista está condenado a vivir en un mundo en el que o bien se deja llevar por sus musas y se muere de hambre o se deja llevar por la sociedad y se muere de aburrimiento.

sábado, 9 de junio de 2018

El tiempo

Tú, caprichoso espíritu de carácter indomable,
tu dicha aumenta con el dolor ajeno,
tu nombre en mil plegarias se repite,
y a pesar de la angustia que provocas,
eres el mayor remedio contra el sufrimiento conocido.


jueves, 22 de marzo de 2018

Olvid(arte)

Sé que sólo somos dos desconocidos, y que todos los momentos que alguna vez compartimos ya no son más que cenizas en el viento.

Sé que ya no sonríes al escuchar mi nombre, que probablemente tiraste todo lo que alguna vez te hice, y que rara vez te acordarás de mí.

Sé que para ti fui una página más entre un mar de letras, y que ahora habrás cambiado incluso de libro.

Sé que los lugares a los que fuimos juntos, y los que dijimos que visitaríamos, han recuperado su significado original y ya no te recuerdan a mí.

Sé que todo ha vuelto a la normalidad en tu vida, y que dejarme atrás fue lo mejor que pudiste hacer para conservar tu cordura.

Lo sé.

También sé que mi antiguo yo murió el día que comprendió que nada volvería a ser como antes, que prefirió darse por vencida a seguir luchando por una causa perdida.

Se que todos los días me miro al espejo tratando de encontrar en mis ojos un atisbo de la alegría que me caracterizaba, pero todo lo que veo es una máscara gris acaparando el lugar donde solía vivir mi sonrisa.

Sé que nunca entenderás lo que es llevar una vida gris cuando antes eras todo color.

Sé que nunca sabrás lo que es provocarse dolor a uno mismo para recordar que sigues vivo.

Sé que nunca sabrás lo que es convivir con tu propio fantasma, mirarle y decirle con lágrimas en los ojos que se vaya porque tú nunca volverás a ser la misma persona.

Sé que nunca vas a entender lo que es darse cuenta de que ya nada dentro de ti merece ser salvado.

Sé que nunca vas a hacerlo y que, aunque supiera la forma de hacértelo entender, nunca te la diría.

Porque te quiero.

Y sé que la única forma de que seas feliz es estando lejos de mí.

Aunque ello suponga no volver a sentir nada, nunca

viernes, 9 de marzo de 2018

Antologías de un alma con olor a lluvia

Viajeros exhaustos,
cargando a sus espaldas
esperanzas fallidas y sueños sin cumplir.

Necios imprudentes,
caminando ciegamente hacia su perdición,
disfrazada de fortuna.

Aventureros incansables,
huyendo de las sombras,
en busca de abismos tan apetecibles como escalofriantes.

¡Oh, destino caprichoso
que te juegas a los dados
la suerte de aquellos que aún creen en ti!

sábado, 23 de diciembre de 2017

Inspiraciones artificiales

Ella decía que solo había una manera de conocerla,
y era leyendo aquellos poemas que nunca había escrito con tinta,
pero que habían quedado grabados en el viento.
Ella,
—única como un amanecer en una tarde otoñal—
con sus soliloquios nocturnos
y sus bailes a la luz de la luna,
era la definición más perfecta de poesía.
Lo intenté,
arriesgué la poca cordura que me quedaba
tratando de entender sus versos,
y sólo cuando se alejó de mi,
como una ráfaga en blanco y negro pintada por un artista demente,
comprendí que ella era literatura.
Y que la literatura siempre era mentira.




sábado, 25 de noviembre de 2017

Siempre nos quedará la noche...

Recuerdo las noches que pasamos en tu cama,
dejando que la luna delineara con su reflejo los límites entre nuestros cuerpos.

Solíamos mirar las estrellas juntos,
yo te explicaba sus nombres
y tú me mirabas como si mis palabras
dibujaran el firmamento ante tus ojos.

Nunca supe si de verdad me escuchabas
o simplemente te gustaba el sonido de mi voz.

Tú habitación tenía una manera especial
de hacerme sentir segura, a salvo.
Desde su ventana abuhardillada se veían
las luces de las casas abriéndose paso
entre la oscuridad de la noche.
Me gustaba la manera en la que se fundían unas con otras,
pareciendo pequeñas luces de Navidad,
en un mundo de constante invierno.

Solías tumbarte y dejar que tu pelo
se esparciera por la cama,
una mata rebelde de cabello rubio
que se tornaba grisácea en la oscuridad.
Entonces yo te apartaba los mechones de la cara,
dejando que la noche esculpiera
las líneas de tu rostro.









domingo, 20 de agosto de 2017

20/08/17

Una vez conocí a un hombre que me enseñó, de la manera más extraña posible, la definición de libertad.
Era un hombre que jamás había salido de su cuidad natal, pero que, sin embargo, había viajado más que cualquier persona en el mundo.
Era un hombre que no poseía nada más que un viejo y desgastado violín que siempre cargaba consigo. De hecho, por no tener, no tenía ni nombre.
El motivo de esto era bastante simple, había tantos nombres en el mundo que no le parecía razonable tener que elegir uno solo, y adaptarse, por tanto, a los límites que dicho título acarreaba.
Hay muchos Carlos con cara de Pablo y demasiadas Lucías con aspecto de Andreas, decía.
Para evitar estas confusiones innecesarias, lo primero que hacía al conocer a alguien, lo que ocurría con frecuencia, era decirle a esa persona que adivinara su nombre. De esta manera, ambas partes ganaban algo: él, para variar, un nuevo nombre, y el desconocido o desconocida la satisfacción de haber acertado una pregunta tan aleatoria.
Como era de suponer, me hizo exactamente la misma pregunta cuando me conoció, y yo, dudando cada vez más de su cordura, le dije que era un personaje muy peculiar. Desde entonces, y únicamente conmigo, responde al nombre de Personaje Muy Peculiar.
Durante los días que siguieron a este encuentro, le encontré siempre sentado en el mismo sitio donde le había conocido, en el tercer banco de la izquierda de la estación de metro.
En un principio no le di mayor importancia, será algún mendigo que toca su violín para ganarse la vida, pensé.
No podía estar más equivocada.
Cada vez que me veía, bien estuviera hablando con alguien o rasgando las cuerdas de su instrumento al ritmo de los sonidos del tren, se acercaba a saludarme.
Entre conversación y conversación fui capaz de sonsacarle alguna, pero no demasiada, información sobre su pasado: había dejado su trabajo de obrero en una fábrica para irse a vivir allí, a la estación, y cumplir su sueño.
—¿Tu sueño? ¿Tu sueño es vivir en una estación de metro? — Respondí sin dar crédito a lo que oía.
—Mi sueño es vivir cada momento tan intensamente como me sea posible.
—No veo como puedes hacerlo aquí. — Dije con cierto tono despectivo.
—Es bastante simple si sabes escuchar. La vida nos da constantemente las respuestas que necesitamos. El problema es que la mayoría de las personas están sordas.
Al ver mi expresión, que daba a entender mi confusión, continuó:
—Mucha gente desea viajar, conocer mundo, aprender cosas nuevas... Pero no lo hacen, siguen viviendo su vida y se sienten terriblemente desgraciados porque tienen miedo. Y el miedo es el mayor límite con el que uno puede encontrarse.
—¿Miedo a qué?
—Miedo a ser felices, miedo a descubrir que todo en lo que creían hasta entonces era una gran mentira. Por eso, a menudo escucharás los lamentos de personas que no cumplieron sus sueños y culparon por ello al dinero, a la familia, o al trabajo. Cualquier cosa antes de admitir que el verdadero obstáculo estaba en su interior.
—Eso me ha quedado claro. — Respondí. — Lo que no entiendo es qué te aporta el hecho de vivir aquí.
–Aunque no lo creas, viajo mucho. Cada día conozco a personas nuevas, algunas son de aquí y me hablan sobre aquellas cosas que yo ya había visto, pero desde su propia perspectiva. Otros, sin embargo, vienen de otras ciudades y países y traen consigo las esencias de esos lugares. Me enseñan fotografías, me cuentan anécdotas curiosas y me hacen compañía. A cambio, yo les dejo tocar mi violín y les habló sobre todos aquellos lugares en los que he estado, aunque sea de oídas. Pero no te vayas a pensar que soy el único aquí que disfruta. Él — señaló al violín — también viaja tanto o más que yo.
—¿Cómo es eso posible?
—¿Sabes cuál es el mejor medio de transporte? — Preguntó sin esperar respuesta. — El viento. Las notas que toco viajan por todo el mundo, se mezclan con otras melodías y aprenden nuevos sonidos; y después regresan a mí con la brisa de la noche. Así es como aprendí todas las canciones que sé tocar.
—¿Por qué no vendes el violín? — Dije formulando la pregunta que había querido hacerle desde que le conocí. — Así podrías viajar de verdad y escuchar las melodías de las que tanto hablas.
—La música forma parte de mi, nunca podría vender aquello que me permite ser yo mismo. Además, ya te dije que mi sueño es vivir feliz, no importa el donde.
— ¿Por qué es tan importante para ti la música?
—Porque sin música en el mundo habría más razones para volverse loco. La música, como dijo alguien alguna vez, expresa aquello que no puede decirse con palabras pero no puede permanecer en silencio. Es ese lugar en el que todos coincidimos alguna vez.